Pese a la evidencia de que la educación universitaria mejora las perspectivas laborales, preocupan sus desiguales rendimientos. Sobre los datos administrativos de toda la población de graduados en universidades australianas en el periodo 2005‐2011, se estudian las trayectorias laborales de los individuos procedentes de entornos sociales desfavorecidos (por estatus socioeconómico, migración, discapacidad, origen étnico y zona de residencia) en comparación con los más favorecidos, a lo largo de diez años. La heterogeneidad de la evolución de los ingresos laborales y la percepción de prestaciones por desempleo entre los graduados de distintos grupos es notable. Esto tiene hondas implicaciones para las políticas de equidad social.